23/01/2014

23Ene

La temporada de resultados ha empezado con malas noticias para dos gigantes del sector. Es tradicional que Intel inicie la ronda, y su cierre de 2013 ha sido tan malo como se podía temer. Los de IBM, única cotizada del índice Dow Jones que perdió valor en 2013 han sido todavía peores, repitiendo el patinazo de hace un año. Yendo al grano: IBM ingresó un 5,5% menos en el cuarto trimestre, y cerró el año con una facturación total de 99.800 millones de dólares (-4,6% sobre 2012). Seis trimestres consecutivos bajando, principalmente por culpa del hardware. También cayeron los ingresos de servicios en sus dos vertientes, y sólo la división de software ha cerrado 2013 con números positivos (un 3%) y con ello ha cruzado el listón del 30% del total de los ingresos.

El hardware (Systems & Technology, en la terminología azul) sigue perdiendo peso en las cuentas de IBM. Entre 2006 y 2009 por desinversiones, y desde entonces por el impacto de la recesión. La línea de productos más importante y rentable, los mainframes de la serie Z, está sufriendo un cambio de ciclo en la inversión, mientras que los servidores de la serie X son una fuente constante de problemas, y se dice que la compañía ha retomado la negociación para venderla a Lenovo, aunque Dell podría ayudarla a subir el precio. Si IBM se quitara esta carga de encima, la división se achicaría un 30% pero mejoraría bastante sus márgenes.

El otro factor señalado por Virgina Rometty, CEO de la compañía, es la contracción de los mercados emergentes [que, irónicamente, IBM clasifica como «de crecimiento»] con un 14% de ingresos en el trimestre. China aportó su cuota de lastre, teniendo en cuenta que representa el 5% del negocio de la compañía y que en un 40% es hardware. En la tesitura de dar una explicación, Rometty señaló que sus grandes clientes chinos son entes estatales, que están pasando por una fase de reforma política. No hizo mención a los daños colaterales del «caso Snowden».

La unidad de servicios, la más grande de la compañía, sigue padeciendo la reticencia de los clientes a contratar consultoría y outsourcing, sus dos líneas de negocio, y ha visto disminuir su facturación, al tiempo que los beneficios mejoraban gracias a los recortes de costes. La estrategia cloud, en cambio, aprieta el paso: IBM ha anunciado que invertirá 1.200 millones de dólares en la construcción de 15 datacenter alrededor del mundo.

Como queda dicho, el software es el único negocio que crece de manera consistente, y en la presentación de resultados se subrayó que la cartera de pedidos está en un excelente momento. Sin embargo, a pesar de las adquisiciones de los últimos años, se observa que una alta proporción de la facturación por software sigue viniendo de productos clásicos, como Lotus o WebsSphere, y del mantenimiento del parque instalado.

Hasta aquí, los altibajos del negocio en sí mismo, pero el webcast de la conferencia con analistas me ha dejado la impresión de que Rometty y el CFO entrante, Martin Schroeter han puesto los objetivos bursátiles por delante de cualquier otra consideración. Lejos de mis capacidades criticarlos, pero llama la atención que mientras los ingresos y los beneficios se tambalean, la empresa dedique tantos recursos a la recompra de acciones propias para tener contentos a los inversores. En números redondos: entre 2010 y 2012, IBM recompró acciones por 35.000 millones y pagó 10.000 millones en dividendos, y pudo hacerlo con el flujo de caja. Pero en 2013, la suma de estos dos conceptos arroja 18.000 millones, financiados en parte con nueva deuda. Toni Sacconaghi, analista de Sanford Bernstein, se pregunta en una nota a sus clientes por «la calidad de los retornos y del flujo de caja libre». Kathy Huberty, su colega de Morgan Stanley, ha sugerido que en vez de seguir maniobrando, IBM debería ir haciéndose a la idea de que el objetivo de dar un retorno de 20 dólares por acción en 2015 se parece cada día más a un imposible.


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